sábado, 27 de septiembre de 2008

El espíritu de La Torre

Noche de viernes atípica en Chivilcoy: visita de una artista notablemente interesante, algo que ocurre muy escasas veces en esta ciudad devota de la frivolidad y la tontería facilista. Concurrimos a nuestro viejo cine teatro Metropol para presenciar el concierto de una de las voces más portentosas de la música nacional, la señora Patricia Sosa. El vínculo con nosotros: su glorioso pasado en La Torre, una de las bandas más interesantes de la década del 80' en nuestro país; y también interiorizarnos de su gran presente de popularidad, aún mayor al que ostentaba cuando lideraba aquél combo Hard Rock.
Sala llena para presenciar el espectáculo; y viendo las apariencias, casi podríamos asegurar que el 95 % de la gente que la fue a ver anoche, jamás escuchó un sólo tema de su etapa rockera. Pero ahí estábamos nosotros, dispuestos a esperar una muestra de aquella añorada época.
Antes que nada, debemos decir que Patricia parece haber encontrado la fuente de la eterna juventud, dado que se la aprecia cada vez más atractiva en lo visual, y asimismo eso se traslada a sus cuerdas vocales. Un poder volcánico emana de su garganta y de su simple presencia, y tan sólo un par de canciones bastaron para darnos cuenta de que en vivo es mucho más de lo que se aprecia en televisión o dvds.
Acompañada por un excelente grupo de músicos entre los cuales se destaca el gran violero (y cantante) Daniel Leis y el bajista Gustavo Giuliano, la performance grupal transmite solidez, poder y sensibilidad. Como detalle, vale destacar la presencia de su hija Marta Mediavilla en los coros.
El repertorio fue transcurriendo a lo largo de casi tres horas de show (ella misma lo había anunciado: "Vamos a pasar unas horitas juntos...") por los puntos más salientes de su prolífica discografía solista, haciendo especial hincapié en las canciones que componen su reciente trabajo "Lija y terciopelo". Capaz de dibujar poderosísimos arabescos con su voz, la presencia escénica de Patricia nos muestra un mismo nivel de incidencia en la impresión que el público se lleva... fuerte, apasionadísima, deslumbrante.
Cierto es que fuimos a observar y escuchar los vestigios de su ala Hardrockera, que llegaron de la mano de dos canciones de su antigua banda: "Tratando de cambiar el mundo", incluída en -a mi modesto entender- el mejor álbum de La Torre: "Presas de caza"; y "Movimiento", regrabada para "Lija y terciopelo", originalmente incluída en el disco póstumo de la banda, del mismo nombre. Al margen de estas canciones, en diversos pasajes de su discografía solista reflota ese viejo sentimiento, apoyado siempre en sus apasionadas cuerdas vocales y en la guitarra amplia en melodías de Daniel Leis.
Locuaz, se encargó en todo momento de entablar una fluída comunicación con el público. Ya sea haciéndolo participar en los coros, contando anécdotas personales, permitiendo a una jovencita con capacidades diferentes compartir con ella el escenario durante la canción "Aprender a volar" (quizás el momento más emocionante de la noche), haciendo fotografiar o filmando ella misma a la gente a través del pasillo central de la sala, pidiendo un alfiler para sostener un pequeño inconveniente en su corsé, armando un "duelo de sexos" muy festejado mientras la gente cantaba "Endúlzame los oídos", etc.. Dejando como corolario un repaso con lujo de detalles acerca de su trabajo solidario en la organización "Pequeños Gestos", a favor de los indigentes indígenas que viven en El Impenetrable, en territorio chaqueño.
A sala completamente colmada, el concierto se inició pasadas las 22 horas, prolongándose hasta casi la 1 de la mañana. Y los espectadores presentes se encargaron de tributarle calurosísimos aplausos y muestras de reconocimiento en todo momento.
Finalizado el evento, y luego de esperarla durante un rato, pudimos cumplir con nuestra misión de saludarla, felicitarla tanto por su labor artística como por sus actividades sociales, y hacerle saber -especialmente- que añoramos un poco (sin que eso signifique dejar de lado su etapa actual) aquél tremendo groove que inspiraba La Torre... viéndola hoy, en una etapa de brillante madurez, con su poderosa imagen absolutamente intacta, nos dieron ganas de abusar de su notable cordialidad y simpatía y pedirle "Patricia, para cuándo un recital revival de La Torre?"... Visto y comprobado que su fuego escénico se incrementa mientras interpreta las canciones más movilizadoras, sigue siendo un ícono que siempre nos representará a aquéllos que supimos emocionarnos durante aquellos años...

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